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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 33
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Capítulo 33

Una vez que pasaron inmigración fueron a recoger el equipaje y las guiaron hacia las puertas de salida.

Ivanna y Katerina esperaban impacientes la salida de los Kuznetsov, toda la familia estaba presente

para recibir a Jelena.

La chica caminó al lado de Alexandra y por un momento al ver la cantidad de caras desconocidas que la

esperaban portando carteles de bienvenida quiso tomar la mano de la tía, estaba muy nerviosa por ver

de nuevo a Katerina y conocer a Ivanna.

En los días previos al viaje, La tía Alexandra le había dado noticias sorprendentes. Se le hizo difícil

asimilar que Katerina se hubiese casado con Alexander, el hijo mayor de su difunto esposo. Que su

prometido tuviera ocho hermanos, Alexander, Dimitri, Benedikt, Konstantin, Damién, Alexa, Garald y

Darya que iban desde los treinta y cinco hasta los tres años. Jelena entendió que el matrimonio de su

hermana había sido complicado si su marido tuvo varios hijos con otras mujeres estando casado con

ella.

La imagen que Jelena tenía de su padre se terminó de venir abajo cuando supo que él había hecho con

Ivanna y Katerina lo mismo que estaba haciendo con ella, o quizás peor, porque al menos Mikhail le

llevaba diez años no cuarenta. La historia de Ivanna le pareció sacada de una a rosa, pero la de

Katerina le pareció un cuento de terror. Sin embargo, eso no justificaba la frialdad e indiferencia con la

que la trató porque ella no tuvo la culpa de lo que su padre les hizo.

Cuando salieron de la terminal la joven se sorprendió por la profusión de saludos. Los ojos de Katerina

se llenaron de lágrimas y pensó que estaba muy feliz de ver de nuevo a su hermanita, creía que nunca

podría ser parte de su vida. Pero ahora, gracias a Dimitri y a Mikhail, la tendría consigo. Tratando de

mantener sus emociones bajo control se acercó y la abrazó. Jelena mantuvo los brazos a los lados sin

devolver el saludo, esta era la mujer que la había ignorado tres años atrás, la que se creía con derechos

a decidir sobre su vida. Katerina se sorprendió un poco de la frialdad de Jelena y dejó de abrazarla para

mirarla a los ojos buscando un indicio de su rechazo. ¿Habrían llegado tarde y su padre ya la había

hecho sufrir?, ¿la habría predispuesto contra ellas? Eran tantas las dudas que tenía en su mente y

tantas las preguntas que no se atrevía a formular… pero sentía que con ella debía ir con pies de plomo,

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porque no quería equivocarse y alejarla más.

– Bienvenida, Jelena, quisiera presentarte a tu otra hermana, Ivanna Evans Smirnov.

Jelena se sorprendió al sentir por Ivanna una irremediable afinidad, un afecto, una emoción

desconocida. Era muy parecida a Karlen, tenían las mismas facciones y el mismo color de ojos, su

sonrisa le recordó tanto a su hermanito que su mirada se tornó triste y sombría, provocando que Ivanna

la abrazara con cariño, tratando de reconfortarla de aquello que la entristecía. La sostuvo entre sus

brazos hasta que Jelena se atrevió a susurrar.

-¿Hermana, podría quedarme a vivir contigo? Me gustan los niños y te prometo que te ayudaré con la

crianza de mis sobrinos, soy buena cuidándolos -propuso con la esperanza reflejada en su voz.

-¡Oh, hermanita! Nada me haría más feliz que vivieras conmigo, quiero conocerte y consentirte, más

debo hablarlo con Katerina, Dimitri y Mikhail ellos son los responsables de ti. Y no tienes que ayudarme

con los niños, si quieres jugar y pasar tiempo con ellos hazlo, pero no es una condición para que te

quiera conmigo.

Un ruido las hizo separarse, un niño que era el vivo retrato de Ivanna y Karlen, pero en tonos rubio,

tiraba del abrigo de su hermana mayor. «¡Oh, qué niño más hermoso!, dan ganas de comérselo», pensó

Jelena, miró al resto de los chicos y sonrió encantada. Amaba a los niños y si todos estos eran de

Ivanna, disfrutaría muchísimo su estancia allí.

– Mamá, mamá! Sigrid no me quiere dar mi camión, es mío, mamá –protestaba el pequeño haciendo

pucheros, lo que hizo sonreír a su madre y a su nueva tía. –Billy, ¿se lo pediste amablemente?, ¿dijiste

la palabra mágica? -¿Por favor? -preguntó es niño -Sí, amor, esa es la palabra mágica –respondió

suavemente Ivanna. -¡No, mama!, no se lo pedí con la palabra mágica porque es mío, por eso no digo

por favor – protestó refunfuñando el niño, cruzándose de brazos para dar más énfasis a su negativa.

-Aunque sea tuyo, debes ser amable -advirtió Ivanna reprendiéndole en un tono de voz suave, pero

firme.

-Sí, tía Ivanna, yo le dije que debía decirme por favor y él me dijo que no. Por eso no se lo di, para que

aprenda a ser educado -explicó la niña entregándole a Ivanna un coche rojo.

-Está bien, cariño, yo lo guardaré hasta que cierto niño aprenda a tener modales -sentenció Ivanna

-Es mío. Tú eres mala, Sigrid, cuando vayas a la casa le diré a Mustafá que te muerda – respondió Billy

con rencor.

-¡William Alexander! Discúlpate inmediatamente con Sigrid -regañó Ivanna con la cara muy seria.

-Lo siento, Sigrid –dijo Billy, contrito, ante el regaño de su madre. Sin embargo, en cuanto Ivanna se dio

la vuelta, le sacó la lengua a la niña provocando la risa de Jelena.

–Eres un pequeño pillo -señaló Jelena alborotándole el cabello, sin saber que era contemplada con

asombro por Alexandra y Mikhail, que nunca la habían escuchado reír.

— Jelena, como imagino que ya dedujiste, el pequeño pillo es mi hijo, Sigrid es hija de una muy querida

amiga y estaba de visita en la casa, la bebé que está en la carriola es mi pequeña Sarah y esta es mi

hija Gema. –Hola, Jelena, tú y yo seremos grandes amigas, y no esperes que te diga tía -bromeó Gema

sacándole una sonrisa a Jelena.

-Mamá ¿Podemos todos los chicos irnos en un auto? Así nos vamos conociendo

Katerina enmudeció, Jelena no le había dado la oportunidad de presentarle al resto de la familia antes

de girarse hacía Ivanna, estaba claro que estaba resentida con ella.

Ivanna se giró hacía los Kuznetsov esperando por su opinión ante la propuesta de Gema.

–Yo conduciré –Fue la respuesta de Mikhail.

–No, Mikhail, te quiero mucho, pero eres el prometido y Jelena se sentirá intimidada, mejor no

marcharemos con uno de los choferes, así podremos hablar –declaró Gema y antes de que alguien

pudiera objetar agregó: –Ven, Jelena, déjame a presentarte a tu otra sobrina Alexa y ellos son

Konstantin y Damién, hermanos de Mikhail.

Jelena le brindo la mano y sonrisas a todos los chicos y a Alexa un pequeño abrazo, tenían pinta de

simpáticos y esperaba hacer amigos. Katerina había preparado una cena de bienvenida para Jelena,

estaba muy feliz por tener a su hermanita allí. Que estuviera prometida a Mikhail le aseguraba su futuro,

habían logrado quitársela a su padre y ya no sería vendida como una mercancía.

Amaba a ese chico, lo había visto crecer y convertirse en un hombre bueno y honorable. Lo llamaba su

pequeño Lancelot, ya que siempre fue muy protector con ella. Estaba un poco preocupaba por el

carácter sombrío y triste de Jelena, pero esperaba que se debiera a la separación de su hermano.

Deseaba que fuera feliz y eso solo sucedería si se adaptaba pronto a su nueva vida.

Estaba muy concentrada en sus pensamientos cuando Ivanna se acercó y le pidió hablar a solas con

ella y con Mikhail. Sorprendida, les pidió que la acompañaran a otra salita. -¿Qué ocurre, Ivanna? -

preguntó Katerina. -En el aeropuerto, Jelena me pidió quedarse conmigo, que la dejara vivir en mi casa -

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contestó Ivanna

-¿Sabes por qué?, ¿te dio alguna explicación? -inquirió Katerina. -No, no lo sé. Cuando la abracé me

preguntó si se podía quedar a vivir conmigo, se ofreció a ayudarme a criar a los niños; yo le contesté

que hablaría con ustedes, pero que no tenía obligación de cuidar de mis hijos -indicó Ivanna.

-Creo que le gustan los niños, me sorprendió su risa cuando vio a Billy sacándole la lengua a Sigrid, no

la había visto sonreír, mucho menos reírse. Creo que será beneficioso para ella porque extraña mucho a

su hermano. -añadió Mikhail.

-Aquí también hay niños, tenemos tres para que se entretenga -replicó Katerina-, pero creo que está

dolida conmigo por la frialdad con que la traté cuando papá la llevó a conocerme hace tres años. En ese

momento sentí que no podía darle a mi padre otra arma con la cual manejar mi vida y me hice la

indiferente, cuando en realidad lo que deseaba era abrazarlos – relató Katerina con tristeza.

-Dale tiempo, deja que poco a poco te la vayas ganando hasta que podamos explicarle tus acciones.

Aún es muy joven para entender algunas cosas -aconsejó Ivanna-. Déjala conmigo, yo la ayudaré.

-Está bien, es tan hermana tuya como mía.

– Jelena debe aceptarnos como su familia y para eso debe convivir con nosotras. Algo se me ocurrirá

para que pase unos días contigo este verano. Al regresar a la sala le dieron la noticia a Jelena, la chica

se lanzó a los brazos de Ivanna

agradeciéndole que la acogiera en su casa. La hermana mayor le devolvió el abrazo y, besándole

suavemente la cabeza, tomó su cara entre sus manos y le dijo que tanto Katerina como Mikhail habían

estado de acuerdo porque querían lo mejor para ella. Jelena se acercó a Katerina y le dio las gracias

con un frío beso en la mejilla, luego se acercó a su prometido hasta pararse frente a él, sus ojos

rezumaban frialdad.

-Gracias, Mikhail, has sido muy amable permitiéndome quedarme con Ivanna, ahora me toca crecer

antes de convertirme en esposa. Creo que es conveniente que no nos veamos muy seguido, no te

sientas obligado a visitarme ni a atenderme, soy claramente consciente de que nuestro compromiso fue

una imposición, así que espero que mantengas las distancias. -Dicho eso, dio la media vuelta y se sentó

al lado de Ivanna, dejando a Mikhail con la certeza de que le desagradaba profundamente a su joven

prometida.